El padre Pedro Brassesco reflexionó sobre la muerte del Papa Francisco y su legado como líder espiritual de la Iglesia. Un pontífice que vivió la fe desde la misericordia, la humildad y el compromiso con los descartados del mundo.
La muerte del Papa Francisco ha conmovido al mundo. Su partida, ocurrida en el contexto de la Pascua, no es vista solo como un final, sino como el cumplimiento de la esperanza cristiana: la vida eterna. En diálogo con el programa Punto de Partida en FM Litoral, el sacerdote Pedro Brasesco —Secretario Adjunto del Consejo Episcopal Latinoamericano— compartió un profundo testimonio sobre lo que significó Francisco para la Iglesia y para él personalmente.
“El Papa era para nosotros un verdadero padre, alguien que guiaba y orientaba a la comunidad católica en su caminar de fe”, expresó Brasesco. Su muerte, en estos días tan simbólicos, mezcla la tristeza de la pérdida con la esperanza de la resurrección.
El Papa Francisco, el primero latinoamericano y argentino en ocupar la silla de Pedro, llevó al corazón de la Iglesia una mirada profundamente arraigada en el sentir y el pensar de América Latina. Su visión de una Iglesia en salida, misionera, cercana a los más pobres y excluidos, quedó plasmada desde los comienzos de su pontificado, inspirado por el documento de Aparecida, fruto del discernimiento de los obispos del continente en 2007.
“El Papa llevó esa experiencia latinoamericana al mundo entero”, destacó Brasesco. Y subrayó que en sus doce años como líder de la Iglesia universal, Francisco inició procesos clave para la renovación eclesial.
En Argentina, su figura fue muchas veces objeto de lecturas políticas e interpretaciones encontradas. Su decisión de no visitar el país fue, según Brasesco, un acto de prudencia y un deseo de no ser instrumentalizado.
“Él temía que su presencia dividiera más de lo que uniera. Anhelaba venir, sí, pero como signo de unidad”, explicó el sacerdote.
Más allá de las controversias, el Papa fue coherente en sus gestos y actitudes. Encarnó —según su propia prédica— la misericordia, el perdón, el amor a los enemigos. Recibía a todos, sin distinción, y respondía con cercanía a quienes esperaban de él una figura distante. Esa coherencia entre palabra y vida es, para Brassesco, una de las marcas distintivas de su pontificado.
En su último contacto público, desde la Plaza San Pedro durante la misa de Pascua, el Papa envió un mensaje de paz basado en la libertad religiosa y el respeto por las opiniones ajenas. Pero más fuerte aún fue su gesto: recorrer la plaza en el Papamóvil, visiblemente afectado en su salud, pero insistiendo en estar entre la gente, saludando, bendiciendo, conectando con el pueblo.
“No se despidió desde el balcón, sino entre la gente. Ese fue su mensaje final”, dijo Brasesco conmovido.
Finalmente, el sacerdote pidió una oración por el descanso eterno de Francisco y por la Iglesia, para que el Espíritu ilumine a los cardenales que deberán elegir a su sucesor. Cerró con una bendición para la radio y sus oyentes, en un momento que ya forma parte de la historia contemporánea de la fe católica.
Fuente: FM Litoral